Caballo de Batalla (2011)
La historia comienza en Inglaterra, pocos meses antes del estallido de la I GM. En una subasta de ganado, el granjero Ted Narracot adquiere, tras una dura puja contra su arrendador, un joven caballo impetuoso que será inmediatamente acogido por su hijo Albert (Jeremy Irvine), quien le pondrá el nombre de Joey. Sin embargo, tras el estallido de la guerra, las dificultades económicas de la familia obligaran a Ted a vender el caballo a un oficial del ejército británico que es enviado a combatir en Francia. Desde ese momento, Albert promete que hará todo lo posible por volver a reunirse con su caballo en un futuro.
El afamado realizador Steven Spielberg ha manifestado en alguna ocasión que a la hora de abordar un proyecto cinematográfico, a veces lo hace pensando con la cabeza (es decir, en la posibilidades comerciales del mismo) y otras veces con el corazón, llevando a la pantalla historias que le hubieran fascinado en algún momento de su vida. En este caso, puede decirse que “Caballo de Batalla” –adaptación de un relato literario de Michael Morpurgo- se encuadra claramente dentro de las películas del segundo grupo, esto es, el que conecta con la emotividad de su director. En ese sentido, la película ofrece un relato de tintes claramente infantiles, acerca del poder de la amistad, en este caso, establecida entre un joven y su equino, y la capacidad del amor para sortear todo tipo de obstáculos.
Sin duda, estamos ante una producción que resulta deslumbrante en sus aspectos formales, ya que la pericia técnica de Spielberg se pone al servicio de la reconstrucción de los ambientes y campos de batalla de la Gran Guerra, cosa que el film ciertamente consigue a la perfección, trasladando al espectador a los escenarios donde se desarrolla historia. En ese sentido, pocas veces se ha visto en pantalla una recreación tan fiel de la guerra de trincheras, y los desolados campos franceses arrasados por la artillería e inundados por el agua y el fango que sirven de escenario para algunas secuencias bélicas de gran realismo.
Sin embargo, Caballo de Batalla dista mucho de ser una película redonda, principalmente porque Spielberg vuelve a incidir en los errores cometidos en otras de sus películas anteriores que explotan el lado más sentimental del director: el tono excesivamente amable de una historia que, estando ambientada en los horrores de la I GM, requería un punto mayor de intensidad narrativa, y por otro, el tono almibarado que mantiene el film a lo largo de sus casi 150 minutos de duración, que en algún momento bordea la cursilería. En ese sentido, a la parte inicial de la narración pretende nadar entre el drama y la comedia ligera, quedándose a medias; y a la parte bélica, pese al virtuosismo técnico de su factura visual, le faltan mayores dosis de intensidad dramática y realismo para resultar verdaderamente creible para el espectador. Por así decirlo, todo transcurre por unos derroteros tan amables y almibarados, hasta llegar (OJO, SPOILER) al happy ending final, que da la sensación que se trata más de una fábula clásica de Disney que de una película bélica ambientada en la Gran Guerra.
En definitiva, Caballo de Batalla es un título que puede sumarse (uno más) a la relativamente larga lista de proyectos “sentimentales” semifallidos del llamado “Rey Midas de Hollywood”. Se trata de una película amable y muy bien filmada, pero excesivamente sentimentalista y ñoño para el espectador minimamente exigente, por lo que, pese a sus 6 nominaciones a los Oscar, no pasa de ser una película correcta, que personalmente no considero que se cuente, ni de lejos, entre los mejores títulos de su director.
Calificación: 5,5/10